Como seres humanos, todos somos iguales en muchas cosas, pero a la vez, cada quien es único. Todos tenemos necesidades, aspiraciones, deseos, sueños… pero no existen dos personas que tengan la misma cantidad y diversidad en necesidades, aspiraciones, deseos, sueños. Tampoco existen dos individuos que tengan el mismo nivel de olla y las mismas capacidades para salir de (o hundirse más en) ella. A la hora de evaluar a una persona, siempre me enfoco en entender su realidad particular y las circunstancias individuales que influyen sobre sí, porque no existe eso de “one size fits all” en el coaching.
Ahora bien, yo soy un estadístico de corazón. En un mundo de tantas individualidades, la única manera de empezar a entender un universo es buscando patrones, creando clústeres, agrupando causas y consecuencias que tengan correlación demostrable. Con las finanzas personales es muy útil sentarse a evaluar dónde nos encontramos dentro de un espectro de situaciones —siempre que no hagamos ese ejercicio para compararnos con los demás o desanimarnos, sino para ubicarnos y saber qué hacer para mejorar.
Existen diversas escalas para clasificar el nivel de riqueza (o la ausencia de ella) atendiendo a distintos factores. Quizás la más útil es aquella que evalúa la situación de una persona considerando su nivel de dependencia (o independencia) del dinero. Veamos:
Nivel 0: La olla ardiente

Aquellas personas que están en este escalafón tienen más deudas que la sumatoria de sus ingresos y pasivos y dependen enteramente de que otras personas alivien su carga. La clave aquí no es cuánto dinero una persona produce, sino cuánto cuesta el estilo de vida que lleva. Puede tener un salario astronómico, pero si su estilo de vida cuesta tres estrellas más, está en olla ardiente y necesitará ayuda externa para cubrir su mes, cada mes. Las personas en este nivel viven en el ciclo de la pobreza, pues solo sobreviven con endeudamiento. Es obvio que en este penoso escalafón están aquellos individuos que comúnmente son etiquetados como “pobres”, pero ¡no te asombres! aquí cabe la gente que vive de las apariencias: Realmente no pueden sostener sus lujos sin ayuda de alguien que se los financie. Apuesto que conoces más de un “influencer” así…
En términos simples, si la sumatoria de sus bienes y el efectivo es menor que la sumatoria de sus créditos y deudas, el patrimonio neto será negativo. Tristemente, la mayoría de las personas en todo el mundo está en este nivel. Por eso, es bueno que dejes de mirar el salario como métrica de la riqueza, y empieces a considerar el patrimonio neto para conocer la realidad de tu vida (y la de otros, pero sin afán de compararte, que eso no sirve para nada).
La mayor inversión que pueden hacer las personas en el nivel de olla ardiente es educarse lo mejor posible. Reconocer la propia situación es un paso doloroso, pero necesario (y uno que muchos nunca se animan a dar porque “cuesta menos la ignorancia”). Luego, educarse en finanzas, pues solo con educación sólida es posible salir del ciclo de la pobreza. En este nivel, penosamente, los niveles de delincuencia, insalubridad e inseguridad son terribles, lo que incrementa el reto para quienes quieren empezar a torcer sus vidas al camino de la independencia.
Este escalafón tiene muchos matices, mucha tristeza, culpa, desencanto. Lo sé porque también estuve ahí. Por eso, aunque duela reconocerse en este punto, es importante saber que SE PUEDE SALIR DE AHÍ. Si estás leyendo esto y te reconoces en estas líneas, te aplaudo y te animo a luchar por salir de la olla.
Nivel 1: La olla caliente

Cuando una persona tiene un patrimonio neto balanceado o en positivo (produce más que lo que cuesta su estilo de vida), pero aún depende de su empleo y si deja de trabajar volvería a la olla ardiente en poco tiempo, esa persona todavía está en olla, y la temperatura aún es alta. La clave aquí tiene que ver con la dependencia del flujo de dinero, lo que determina su capacidad de mantener su estilo de vida intacto aunque (por cualquier razón) el ingreso disminuya.
Una manera fácil de saber si estás en una olla muy caliente es preguntarte: “Si no genero ingresos por un mes completo, podría vivir ese tiempo sin hacer cambios en mi estilo de vida?”. Si la respuesta es no, pues estás en olla, y la verdad es que estás a una ñinga de caer en el ardor.
Las personas en olla caliente tienen deudas, pero las honran generalmente sin problemas de financiamiento o moras bancarias. Menos de la mitad de sus ingresos son destinados a pagar deudas. Pueden resolver su mes sin ayuda externa. Una característica de las personas en esta etapa es que a medida que incrementan sus ingresos, aumentan sus costos de vida en forma equivalente, dejando muy poco nivel de maniobra ante los imprevistos. En esta etapa, no existen fondos de emergencia, o dichos fondos son atacados con frecuencia para cubrir “cosas normales” de su estilo de vida.
La mayor amenaza que tienen las personas en la olla caliente es la confianza. Como cada mes logran solventar su estilo de vida, piensan que “todo está bien”. Muchos llegan a pensar que “ya lograron salir de la olla” porque piensan que estar en olla es no atrasarse en los compromisos. El común de la gente no se percata de que camina sobre una cuerda floja, a 100 metros del suelo y con los ojos vendados. Cualquier cosa que les lance la vida los hará caer a la olla ardiente.
Nivel 2: La olla puesta

Las personas que están dentro de la olla puesta en la estufa ya no tienen deudas de consumo (no tienen préstamos personales ni deuda de tarjeta de crédito, aunque quizás tienen préstamos hipotecarios o de vehículo que están honrando sin dificultad). Pueden costear su estilo de vida sin problemas, y generalmente pueden enfrentar los imprevistos sin recurrir a endeudamiento. Han creado un fondo de emergencia que les permite al menos tres meses de colchón para mantener su ritmo de vida aunque no reciban ingresos.
Las personas que están en una olla puesta en la estufa tienen un patrimonio positivo, la mayoría son empleados pero también hay empresarios y emprendedores en este escalafón. Estas personas aún no cuentan con ingresos pasivos (inversiones, acciones, negocios propios autónomos, etc), o los mismos aún están lejos de igualar los directos. Estas personas aún dependen de sus ingresos activos, aún tienen que trabajar en lo que les genere la mejor utilidad, no necesariamente en el tipo de ocupación que desean.
Una manera de saber si estás en una olla puesta es preguntarte: “¿Podría renunciar de mi empleo sin pensarlo mucho?”. Quienes no pueden renunciar cuando les plazca aún son dependientes de ese trabajo.
Nivel 3: Fuera de la olla

Apenas es en este nivel cuando una persona realmente sale de la olla. A este punto debemos aspirar continuamente, pues la vida realmente empieza a ser verdaderamente cómoda a partir de aquí. Quienes logran salir de la olla son personas que pueden trabajar donde les plazca y en aquello que más les satisface, y pueden cubrir su estilo de vida sin depender de su trabajo. Su colchón financiero alcanza para un año o más y sus ingresos pasivos (inversiones, negocios, acciones, etc) cubren con holgura sus gastos básicos. Aún no pueden sostener todo su estilo de vida con ingresos pasivos, los cuales aún requieren mucha atención.
Quienes están en este nivel empiezan a disfrutar la independencia financiera pues no necesitan trabajar en empleos que no les gusten, pueden decidir trabajar donde les plazca (incluyendo especialmente negocios propios) y pueden sobrevivir sin ingresos directos por más de un año, gracias a sus ingresos pasivos (aunque quizás tendrían que hacer algunos sacrificios temporales).
Las personas que salen de la olla cuentan con más ingresos pasivos que ingresos directos, y las fuentes de ingresos pasivos son diversas. En este escalón ya empiezan a pensar dejar de trabajar en empleos o al frente de sus empresas. Con cautela e inteligencia, estas personas jamás volverán a la olla. Menos del 10% de la población mundial está en este nivel.
Nivel 4: Lejos de la olla

Las personas en este nivel tienen inversiones importantes en empresas o negocios exitosos, y no necesitan monitorear permanentemente tales ingresos pasivos. En este punto es cuando las personas no pueden responder a la pregunta de “cuánto ganan al mes o al año”, pues realmente no lo saben. Su estilo de vida es totalmente cubierto por ingresos pasivos, es acomodado, pueden darse lujos y comodidades sin pensar en ninguna consecuencia.
En este escalón ya nadie necesita trabajar ni siquiera en sus propias empresas, pero muchas personas aún se mantienen activas (saben que la pereza es mala consejera). La seguridad financiera en este nivel viene dada por la diversidad de fuentes de ingresos pasivos (lo que reduce el riesgo si una de ellas fracasa). Estas personas son dueños, directivos o accionistas en multitud de empresas, muchas veces en industrias disímiles. Si son propietarios, no necesariamente manejan tales empresas, sino que tienen puestos honoríficos. Cuentan con fondos de inversión dentro y fuera de su país de origen.
Nivel 5: ¿Olla? ¿Cuál olla?

Quienes están en este nivel salen en la revista Forbes y sus nombres son conocidos a nivel internacional, mundial y quizás hasta en las lunas de Júpiter. Sus patrimonios netos podrían pagar la deuda externa de varios países o financiar por años a pueblos completos. Los niveles de riqueza de los miembros de este nivel son difíciles de describir (y admito, me dan cierto grado de envidia).
Por supuesto, no hay muchas personas en este nivel, pero todos conocemos a los principales actores. Elon Musk, Jeff Bezos, Bernard Arnault, Bill Gates, Warren Buffett, Carlos Slim, Amancio Ortega son algunos nombres que siempre bailan en estas listas de famosos. ¿Es imposible llegar a este nivel? Claro que no, pero los requisitos no son realmente cosas que vemos normalmente. Yo me conformaría con que todos aspiremos a estar fuera de la olla, y después hablamos de llegar al nivel 5.
¿Y qué hacemos con esto?
El principal objetivo de esta publicación es comprender que no basta con estar libres deudas para considerar que salimos de la olla. No es suficiente con tener un buen empleo ni con contar con un fondo de emergencia que nos sirva para unos meses. La verdadera libertad financiera –cuando realmente salimos de la olla– empieza cuando nuestras inversiones cubren nuestros gastos y trabajamos para que esto continúe en aumento constante.
Muy pocas personas se dan cuenta de que han entregado sus años más productivos simplemente en sobrevivir en una olla de estrecheces y estrés. Si estás leyendo esto y pensando que tienes que hacer algo, estás en lo cierto: ¡Tienes que actuar! Empieza por educarte, por asesorarte y por tomar por los cuernos tu destino. Solo quienes salgan de la olla podrán vivir sin preocupaciones. El camino es duro, difícil y despiadado, pero los frutos son más que valiosos para ti, para tu pareja y para tus hijos.
¿Empezamos?