No estoy seguro sobre cuál es el origen de la expresión “estoy en olla” pero hasta donde sé, es una de las geniales metáforas que ha creado el imaginario popular en la República Dominicana. Pero aunque el origen se haya perdido en las brumas del tiempo, la efectividad de la ilustración ha sido siempre puntual. “Estar en olla” equivale a tener una situación de alta precariedad financiera.
La metáfora –y su contrametáfora “salir de la olla”– son bastante comunes en los países del Caribe. Con todo, vale una explicación para aquellos lectores que son nuevos al concepto, especialmente porque el indicativo de “sal de la olla” podría confundirse con algo gastronómico relacionado a ollas saladas.
La eterna “pandemia monetaria” es parte crucial de la industria de la pobreza en todas partes del mundo capitalista (y en los países donde aún sobreviven ideas socialistas, mucho peor). Agobiados por deudas de todo tipo, los seres humanos pasamos nuestra etapa más productiva intentando sobrevivir. Nos lanzamos a buscar dinero sin saber manejarlo y la falta de pericia nos lleva de atolladero en atolladero.
El manejo de las finanzas personales es todavía hoy una materia pendiente en todas las aulas escolares y universitarias. En casi todas partes, el curriculum académico evade la enseñanza del dinero como elemento cohesionador de la humanidad, como bien describe Yuval Noah Harari en Sapiens. No es sorpresa que en todas partes del mundo, la gente no sepa cómo manejar sus finanzas más básicas.
Los dominicanos llamamos “la olla” a esta precariedad financiera. Estar en olla, en consecuencia, es carecer de esperanza para alcanzar metas económicas personales y familiares. Equivale, con toda tristeza, a la asfixia monetaria sin lograr jamás una mejor calidad de vida, de la misma manera que los prisioneros de alguna tribu caníbal veían sus vidas cocinarse en grandes calderos ardientes, rodeados por furiosos enemigos que frustraban cualquier intento de escapatoria.
A pesar del lúgubre panorama, es posible salir de la olla. ¿Fácil? No, pero sí es posible, siempre que se asuma con compromiso y disciplina, y se cuente con un plan realista, medible, flexible y mejorable permanentemente.
Mi invitación con este website es a que te detengas a diseñar conmigo una ruta de escape para que en un tiempo razonable puedas disfrutar de la verdadera paz financiera que mereces, con la que podrás explorar las mejores vías para mejorar tu calidad de vida y la de tu familia a niveles que hoy, quizás, no puedes siquiera imaginar.
¿Te quedas o sales de la olla?
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